miércoles, 28 de mayo de 2008

AIRES DE CAMBIO EN CUBA


HABANEROS
Lacorea es uno de los barrios más duros de la capital cubana.


La mayoría de los cubanos aguardan tranquilos los resultados de los cambios políticos en sus vidas cotidiana. Foto: Gorka Castillo.GORKA CASTILLO - Enviado especial a La Habana - 18/05/2008 20:02
A La Habana profunda, la que resiste alejada del Malecón y de la seducción incontenible del turismo, se llega por un sendero de tierra entre ceibas (árboles de la vida), palmas rizadas como caracolas y campos aplastados por un sol de justicia. En la calzada, Ladas soviéticos de todos los colores avanzan con lentitud, luchando contra los socavones y la lepra del asfalto.
En las cunetas, junto a antiguos platanales y montañas de basura, algunos jóvenes juegan frenéticamente a béisbol con un palo torcido y una pelota de trapo. El municipio de San Miguel del Padrón y el barrio de Lacorea no gozan de buena reputación entre la población habanera. Consideran que es "la cueva de ladrones" de una ciudad donde la delincuencia alcanza niveles ridículos en comparación con cualquier capital europea. Pero el escenario impone. Es como si un ciclón hubiera zarandeado todas las casas y removido la tierra con una furia perfectamente humana. Víctor tiene ojos azules de criollo y demuestra una cordialidad africana. Dirige la Casa del Abuelo de San Miguel, un centro asistencial que el Ministerio de Asuntos Sociales ha comenzado a extender por todo el país para cuidar y prevenir el desarraigo de los mayores de 65 años que viven solos, que sufren enfermedades degenerativas como el alzheimer o que tienen hábitos de vida pocos saludables como el alcoholismo.
"Es una experiencia que se ha puesto en marcha con vistas a 2015, que será cuando nuestra sociedad alcance el máximo nivel de envejecimiento, que hemos fijado en el 25% de la población cubana con más de 78 años", explica.
Junto a su remozada vivienda de ladrillo se alzan viejas chozas de maderas trenzadas y techos de hojalata que parecen a medio destruir. Hay un mensaje que aquí reza como un conjuro: "Se piensa como se vive". Lisette, una vecina de 32 años embarazada de tres meses, cobijó ayer en su casa a una vecina de 50 años que la noche anterior había sido agredida por su marido alcohólico. La cultura de la mediación vecinal es una norma que rige en este barrio con olor picante. "He intentado hablar con él esta mañana y también estaba bebido. Le he dicho que así no hay forma de arreglar nada. O deja el ron o pierde a su mamita", comenta mientras agita las manos como tratando de liberar un polvo invisible.
Mientras La Habana Vieja se reconstruye a ritmo de salsa bajo la atenta mirada de Eusebio Leal, uno de los mayores expertos en patrimonio histórico de Latinoamérica y cuyo discurso audaz ha removido muchas conciencias, Lacorea comienza a palpitar con la cooperación de la Asociación Euskadi-Cuba y la financiación de ayuntamientos como el de Vitoria, gobernado por el PP.
Armando tiene 45 años, es chófer y vive con su mujer, su hija y su yerno en una casa de ladrillo renovado con un vestíbulo donde se mitiga el sol ardiente del mediodía. Hace dos años esta vivienda era un habitáculo de madera concentrado de humanidad. Su trabajo de rehabilitación le ha convertido es un emblema vecinal. Lacorea es un barrio "malo" pero sin envidias, aunque el deseo por lo ajeno de sus habitantes agita el barrio."Debemos aportar un poco más a nivel personal. Así, los cambios llegarán más rápido y el país mejorará de sus problemas. Siento que la gente está mejor y más feliz. Porque se piensa como se vive", repite Armando.
Transformación del barrio
El proyecto de la Asociación Euskadi-Cuba está transformando las montañas de basura en pequeños parques y los hábitats insalubres que suscitan el hambre del temible dengue, en áreas de recreo.
Fidel tiene 73 años y una energía que se contagia como una enfermedad vital. Y un humor a prueba de balas. "En una sociedad tan ansiosa con el futuro, ¿cómo no vas a comprometerte?". Natural de Santurtzi, Vizcaya, ha entregado al pueblo cubano la mejor parte de su vida. Fidel revela que en el distrito de San Miguel del Padrón, duramente castigado por la estrechez económica del periodo especial en Cuba, el panorama está mejorando lentamente desde que en 2006 se recuperaron los proyectos para recuperar viviendas y rehabilitar los barrios más rotos. A Fidel se le puede encontrar limpiando un lodazal inmundo bajo el calor tropical, abroncando a un vecino perezoso o indagando los problemas surgidos en cualquiera de los innumerables centros de salud que existen en Lacorea. En uno de ellos ayer murió un recién nacido. Hay luto en el área de maternidad y un silencio que comprime el ánimo. "Obatalá paz y tranquilidad", canta bajo en yoruba una mujer negra ante el mutismo sobrecogido de las siete pacientes embarazadas que la acompañan.
Las autoridades cubanas son implacables con la mortalidad infantil. Es obligatorio abrir una investigación exhaustiva para esclarecer los motivos del óbito. Minuto a minuto. Si hubo negligencia médica, por tardanza en la asistencia u omisión, el responsable tiene sus días contados en la red sanitaria. Ni de chófer.Las cifras cantan: la tasa oficial es de 5,3 fallecimientos por cada mil nacimientos, el más bajo de América junto a Canadá. Los logros de la Revolución son sagrados.
Bárbara Maqueira lleva dos años como promotora de salud e higiene en el municipio habanero de San Miguel del Padrón. Es la encargada de estudiar la evolución de enfermedades como la hipertensión arterial y la diabetes. Aquí, los malos hábitos dietéticos son una plaga bíblica. "Se come mucha sal, se fuma y se bebe", indica. Está preocupada porque este año ha registrado un alza en los casos de tuberculosis -30 casos por 12.000 habitantes-. También hay VIH. Durante 2007, en un barrio marginal como Lacorea, donde la ardiente sensualidad caribeña brota tan natural como las buganvillas, se contabilizaron 333 personas infectadas. Unicef tiene censados 4.800 casos en toda la Isla, el 0,005% de la población total, una de las más bajas del mundo.
"La campaña de prevención es una cuestión de Estado", explica Maqueira. Y en medio de un ambiente africano, hay un centro de salud en cada esquina. Pero a pesar de que el éxito sanitario se restriega en la cara del mundo occidental de vez en cuando, muchos cubanos han empezado a torcer la boca. Una anciana aguarda su turno para ser atendida de una alergia y protesta sin rubor. Se queja de que muchos médicos han sido enviados a misiones a países como Venezuela y Bolivia, y su lugar ha sido ocupado por jóvenes sin experiencia. "Estamos peor. Los policlínicos, lo que mejor funcionaba, están colapsados. Antes todo era más rápido. Vamos hacia atrás. Exportamos médicos y ¿qué nos envían a cambio?. Estudiantes sin formación. Incompetentes. No, así no llegará la felicidad", asegura.
Cierto es que las durísimas condiciones para comerciar impuestas por EEUU contra Cuba, ha obligado al Gobierno de La Habana ha extender sus "misiones solidarias", sanitarias y educativas principalmente, por América Latina y Asia pero, a cambio, ha recibido una gran inversión industrial. Lo que antes funcionaba se ha resentido, y lo que no existía comienza a llegar.
Las quejas
Luis es médico en un centro de salud de San Miguel del Padrón. Veterano de la guerra de Angola, también estuvo enrolado en un barco mercante que hacía ruta por Bulgaria, Japón, China y España. Su conclusión sobre las quejas es demoledora: "El cubano sabe lo que le hace falta pero no sabe lo que tiene. En Angola, los niños morían de hambre. Debemos tener más disciplina social y trabajar más".
Cuba busca formas de atajar sus deficiencias, y algunas están sometidas a un vivo debate. De una escuela llega Sonia, maestra de 52 años. Se encuentra consternada porque sus alumnos han sido incapaces de decirle que Tchaikovsky compuso El lago de los cisnes. "Ni siquiera sabían qué es Giselle ni quien fue Nijinsky", apunta. Una afrenta al ejemplar modelo educativo. Así es Cuba. "A los jóvenes ya no les interesa el conocimiento, ni los buenos modales. Algo falla. No salen maestros con vocación, que se involucraban y que lograban despertar la curiosidad por el saber". Se da la paradoja de que Lacorea, un balcón de La Habana impregnado de olores africanos y socavones inciertos, produce economistas y arquitectos. Tal vez aquí esté una de las llaves que saquen a Cuba del laberinto en el que se encuentra.
Cuba inserta el turismo en su oferta cultural
La semana pasada, el tabaquero cubano José Castelar construyó un puro de 45,34 metros. Una dimensión de récord mundial. Lo hizo en el transcurso de la feria de turismo más importante del Caribe. Un escaparate perfecto. Pero allí, Cuba demostró que no sólo vive del tabaco. Ni siquiera pretende depender del sol y de la playa. Este foro sirvió para visualizar buena parte de los nuevos vientos que corren.
El ministro de Cultura, Abel Prieto, un tipo con aspecto rockabilly de casi dos metros de altura que ocupa asiento en el Buró Político fue el gran protagonista del evento. Prieto goza de enorme respeto en la Isla. De carácter abierto y estrechamente relacionado con la prestigiosa Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) armó un discurso de apertura desconocido en el que colocó a la cultura del país como un anzuelo turístico sin parangón, independientemente de que soplen huracanes o embargos implacables.
El objetivo fijado es "evitar falsear la cultura como subproducto para el turismo", dijo Prieto en la sesión de apertura. En su opinión, muchos países promocionan una mirada ‘pseudofolclórica' de sus valores que termina germinando en "una cultura de plástico que puede hacer mucho daño". Cuba ha emprendido el camino de fusionar el son con el sol, el arte con la playa. Difícil, a tenor del ambiente internacional y de las tendencias depredadoras del lujo ocioso en un arenal nevado rodeado de delfines como el de Cayo Blanco. El experimento que desgranó Prieto consiste en revertir la fórmula. Relanzar las visitas extranjeras a la Isla no pasa por colocar a los Van Van o Alicia Alonso en Varadero, "sino insertar el turismo en la cultura" . El primer paso ha sido la edición de una Guía de la Cultura Cubana en la que, traducida a cinco idiomas, los visitantes pueden conocer todas los eventos artísticos y ferias que se celebran en la isla a lo largo del año. Los ojos se vuelv

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